Todos hemos oído alguna vez que una copa de vino, incluida en la dieta mediterránea, puede ser saludable. La razón tiene su origen en un componente químico que se encuentra de manera natural en el vino.

 

El vino se produce a partir de la fermentación de uvas, cuya piel contiene un componente (un fenol, para ser más exactos) que está ligado a efectos cardioprotectores, antidiabéticos e incluso a la protección de la piel y rejuvenecimiento visual. Se trata del Resveratrol, famoso entre enólogos y aficionados al vino por esta misma razón.

El Resveratrol se produce de manera natural en varias plantas cuando se encuentra bajo el ataque de patógenos (alguna enfermedad), como bacterias u hongos. En la piel de las uvas se encuentra mucha concentración si lo comparamos con otros lugares donde también aparece. Atrajo una gran atención a partir de 1992, cuando se sugirió por primera vez su presencia en el vino como explicación de efectos cardioprotectores del mismo. Es importante que para transferirlo de las uvas al vino, este último permanezca todo el tiempo posible en contacto con las pieles durante la fermentación, por eso mismo encontraremos mucho más en los vinos tintos que en blancos o rosados.

 

Si queremos ponernos técnicos, “los estudios sugieren que el resveratrol en el vino tinto puede jugar un papel importante como efecto cardioprotector, pues parece estimular la actividad de la óxido nítrico sintasa endotelial e inhibición de la agregación plaquetaria”. Además, también han sido demostrados efectos antidiabéticos y se han publicado resultados clínicos favorables en rejuvenecimiento visual.

El estudio de mayor alcance y seguridad trata sobre la protección de la piel, pues el Resveratrol reduce el estrés oxidativo por la radiación ultravioleta, que es una de las principales causas de envejecimiento prematuro de la piel.

 

Sin embargo, no hace falta un análisis tan exhaustivo para reconocer que una copa de vino entre seres queridos es razón de sobra para sentirse rejuvenecido por una conversación, unas sonrisas cómplices o por el bienestar que produce disfrutar de esos placeres de la vida.

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